Estas últimas semanas hemos visto desatarse una oleada de despidos. Nissan ha anunciado que va a cerrar sus factorías en Barcelona y dejar 3000 trabajadores en la calle, afectando a otros 27.000 empleos indirectos, entre empresas de componentes, proveedores, etc. Otro tanto ocurre con la fábrica de aluminio de Alcoa en Lugo, que va a despedir a más de 500 trabajadores.
Los ERTEs amenazan con convertirse en EREs. Los trabajadores de los servicios a bordo de los trenes de Renfe, empiezan a temer por su futuro. También muchos de los empleados del comercio, la hostelería o el turismo. Tras la oleada de suspensiones que dejó a millones de trabajadores dependiendo de exiguos y condicionados subsidios, viene el tsunami de pérdidas de puestos de trabajo.
Y los que mantienen su empleo, se encuentran con situaciones extremas de inseguridad, peligro para sus vidas, y pérdida acelerada de condiciones de trabajo. Los empresarios pretenden que se les “devuelvan” las horas en la limpieza viaria madrileña. Trabajadoras de los centros de belleza, que han sido obligadas a ir a trabajar pese a estar en situación de ERTE para no perder su empleo, son despedidas por la supuesta finalización de supuestos contratos temporales en fraude ley. Nadie se preocupa de garantizar el cumplimiento de la normativa de prevención de riesgos laborales frente al Covid-19.
Mientras tanto, los empresarios hacen grandes cumbres virtuales y reclaman ayudas al gobierno para todos los sectores imaginables. Ayudas que el gobierno otorga con profusión a los grandes patronos de la automoción o el turismo, sin pedirles nada a cambio. Ni cesiones entorno a la negociación colectiva, ni la retirada de la reforma laboral, ni participación obrera en la gestión de las empresas, ni construcción de un sector público empresarial que garantice la soberanía productiva y tecnológica. El gobierno va a rescatar, con los impuestos pagados por los trabajadores, a las grandes transnacionales, los fondos buitre y la oligarquía incapaz de nuestro país. Todos nos tendremos que apretar el cinturón para que no decaiga el festín de corrupción y la transferencia de rentas del común a manos privadas en que consiste el degradado capitalismo español.
Europa nos promete dinero a cambio de más recortes, de más privatizaciones, de más “colaboración público-privada” (porque tenemos un empresariado que es incapaz de generar ningún modelo de negocio que no consista en “meter la mano” en las arcas públicas), de más “flexibilidad” laboral (es decir, facilidad para el despido) y de peores pensiones públicas y servicios sociales y educativos. Todos quieren su parte del saqueo. Su botín robado a los trabajadores y ensangrentado por una pandemia que podía haberse controlado si no se hubiera legalizado el latrocinio con la ley 15/97, facilitando la derivación de los recursos de la Sanidad Pública a la empresa privada.
Todos participan. También el Ministerio de Trabajo y los sindicatos oficialistas y burocratizados (UGT y CCOO) que han iniciado nuevas rondas de un “diálogo social” que consiste básicamente en debatir con la patronal cómo hacer que los trabajadores traguen con todo esto. Cómo hacer para no derogar la reforma laboral, pese a las promesas electorales. Cómo hacer para que continúen los ERTEs. Cómo hacer para que la defensa de la igualdad de género en las empresas se transforme en una pila de papeles y una actividad de gestión burocrática para que vivan de ella algunas consultoras. Cómo hacer para que se “devuelva” el tiempo de trabajo del confinamiento, como si los trabajadores hubieran estado de fiesta o vacaciones, mientras se les confinaba, amenazaba, y se prohibían sus protestas públicas.
Nosotras y nosotros no vamos a participar de ese “diálogo social”. No le vamos a mandar cartas de amor a la Ministra de Trabajo ni le vamos a publicar publi-reportajes en la prensa obrera. Nosotros hemos decidido luchar. Movilizarnos. Defendernos.
Hacemos un llamamiento a la clase trabajadora, a los sectores más vulnerables de la clase media (autónomos, profesionales…) y a todas las personas con sensibilidad humanitaria, social y democrática de este país.
Os llamamos a la movilización. A la acción. A la autoorganización. A la construcción de una alternativa de sociedad. A la alianza para la lucha.
Estamos ante una bifurcación histórica sin precedentes en nuestro tiempo de vida. El futuro se juega ahora. O avanzamos, o perderemos mucho más de lo que podemos imaginar.
Trabajadores: el futuro está en vuestras manos.
El único futuro vivible está en nuestras luchas.
No es tiempo de “diálogos” adormecedores, sino de defender decididamente lo vuestro.